Chicos, acá tienen dos mitos para disfrutar de la lectura e ir practicando para la próxima evaluación de lengua. ( características, personajes y estructura de los mitos)
Saluditos. Seño Naty
" DE CÓMO EL FUEGO FUE DEVUELTO A LOS HOMBRES"
En el Olimpo, el monte donde vivían los dioses griegos, no todo era paz y armonía. Con
frecuencia los dioses se peleaban porque alguno despertaba los celos de otro o intervenía en
sus asuntos. Quien allí gobernaba era Zeus, y había que obedecer sus decisiones porque tenía
un carácter muy vengativo y sanguinario: su palabra era la ley, y si a alguien no le gustaba, más
valía que pensara dos veces antes de enfrentarse a su cólera. A pesar de ello, hubo quienes se
animaron a desafiarlo. Por ejemplo, su primo Prometeo.
Prometeo había luchado junto a Zeus contra los titanes, la raza de dioses más primitiva y
más violenta, y lo había ayudado a conquistar el trono del Olimpo.
En cierta ocasión surgió una disputa sobre qué partes de un animal sacrificado debían ser
ofrecidas a los dioses y con cuáles debían quedarse los hombres. Prometeo fue designado juez
en la contienda. Sacrificó un animal y colocó su carne cubierta por las vísceras en una bolsa,
y los huesos cubiertos por la grasa atractivamente distribuida, en otra bolsa. Luego, le pidió
a Zeus que eligiese una de ellas. El dios, dejándose llevar por el aspecto, eligió la segunda. A
partir de entonces, los hombres se quedaron con la carne y ofrecieron los huesos y la grasa a
sus dioses.
Zeus, enfurecido por la artimaña de Prometeo, exclamó:
—¡Comerán la carne, pero la comerán cruda! —y les quitó el fuego.
Así los hombres no solo pasarían hambre, sino que además quedarían expuestos al frío y
al ataque de los animales.
Decidido a enfrentar a este dios desalmado y a beneficiar a los pobres humanos, Prometeo
robó un poco del fuego sagrado del Olimpo y se lo devolvió a los hombres.
Y no le bastó con eso: como veía que estos vivían a tientas, confundidos, sin saber muy
bien qué hacer ni adónde ir, les enseñó a dominar las artes más útiles (matemáticas, medicina,
navegación, astronomía) y les explicó también que podían usar el arado y los animales para
trabajar la tierra, y que con la madera podían construir casas en lugar de habitar en cuevas
oscuras y húmedas como las bestias.
Prometeo hizo una cosa más: encerró en una caja todos los males que andaban sueltos por
el mundo (la envidia, la enfermedad, la locura, el vicio y la pasión) y le pidió a su hermano
Epimeteo que la mantuviera oculta en su casa y que no la abriera bajo ninguna circunstancia.
Zeus estalló nuevamente en indignación:
—¡Necio Prometeo! ¿Hasta cuándo se burlará de mí y se empeñará en
hacerse pasar por el benefactor de esos desgraciados?
Y sin demora planeó su venganza, una venganza que tenía dos destinatarios:
Prometeo, por un lado, y los hombres, por otro.
Primero le pidió a Hefesto, el dios del fuego, que fabricara una mujer de
barro, a los cuatro vientos, que le infundieran aliento, y a todas las diosas,
que la adornaran. Esa mujer, llamada Pandora, la más hermosa jamás creada,
fue enviada por Zeus, como regalo de los dioses, a Epimeteo, el hermano de
Prometeo. Pero antes, Zeus mismo se había encargado de inspirar en Pandora
cierto rasgo de carácter muy útil para sus planes: una extremada curiosidad.
Epimeteo se enamoró de Pandora en cuanto la vio. Se casó con ella y le
confió el cuidado de su casa. Y también de la peligrosa caja.
Cierto día, Pandora no pudo resistir su natural inclinación y la entreabrió
para saber qué contenía. Y sucedió lo que tenía que suceder: inmediatamente
todos los males se desparramaron por el mundo de los hombres y solo quedó,
atrapada en los bordes de la caja, la esperanza.
En cuanto a Prometeo, Zeus ordenó que lo encadenaran, desnudo, a un
pilar en las montañas del Cáucaso, donde un ávido buitre le arrancaba trozos
del hígado durante el día, causándole un dolor que no tenía fin pues cada noche
el hígado volvía a crecer hasta estar nuevamente entero. Aun sufriendo el
horror de esa tortura, Prometeo se negó a rogar a Zeus que lo perdonara, porque
en su corazón no sentía arrepentimiento alguno por haber favorecido a los
hombres. Y además tenía todavía una carta que jugar: él sabía, porque poseía
el don de ver el futuro, que un héroe lo liberaría de sus cadenas y mataría al
ave carnicera, y sabía también que si Zeus quería conservar su poder tarde o
temprano debería recurrir a sus dotes de adivinación.
De esta manera, en la inmensa soledad de ese monte, alejado de los dioses
y de los hombres, Prometeo esperaba que su destino se cumpliera.
Mito clásico, versión de Pamela Archanco.
" EL VIAJE DE THOR"
Thor, el dios del trueno, había emprendido un largo viaje hacia Oriente en
un carro tirado por chivos. Lo acompañaban Loki, dios del engaño, y algunos
criados entre los que se encontraba Thjalfi. Después de varios días, llegaron
a la tierra de los gigantes, donde enfrentaron un extenso bosque por el que
caminaron hasta el anochecer. Encontraron entonces una cabaña, cuya puerta
era tan ancha como la cabaña misma, y decidieron refugiarse en ella.
A medianoche sintieron un gran estruendo, la tierra tembló bajo sus pies
y la casa se estremeció. Encontraron una pequeña celda y allí se resguardaron
mientras esperaban la llegada del día escuchando gruñidos y estrépitos. Al
amanecer, Thor salió martillo en mano y vio a un hombre de gran tamaño
que dormía y roncaba fuertemente. Thor ciñó su cinturón, que aumentaba su
fuerza divina, y en ese momento se despertó el gigante.
Por una vez, dudó Thor antes de golpear y le preguntó:
—¿Cómo te llamas, hombre gigante?
—Skrymir —fue la respuesta que sonó como rugido—. ¿Te ha traído dulces
sueños mi guante?
Entonces comprendió Thor que la cabaña no era cabaña. Y que era mejor
esperar un momento oportuno para enfrentar al gigante.
—¿Quieren acompañarme? Puedo compartir mis provisiones —ofreció
Skrymir.
Thor y Loki aceptaron y anduvieron todo el día tratando de alcanzar las
grandes zancadas del gigante.
Cuando se hizo de noche, Skrymir les buscó refugio bajo un gran roble,
se echó a dormir y los invitó a comer lo que quisieran. Thor intentó desatar la
bolsa, pero increíblemente no pudo mover ni un nudo. Enfadado, se fue hacia
donde dormía el gigante y le asestó un martillazo. Skrymir se despertó.
—¿Me ha caído una hoja en la cabeza? Eso me parece —dijo el gigante. Y
luego los invitó a dormir, cosa que Thor y Loki hicieron aunque no sin miedo.
A mitad de la noche, Skrymir se puso a roncar de tal manera que el bosque
retemblaba. Thor se levantó molesto y lo golpeó de nuevo hasta clavarle
medio martillo en el occipucio. Skrymir volvió a despertar y achacó el golpe
a alguna bellota que le hubiese caído... Thor, impresionado, lo conminó a
dormirse y se volvió a la cama. Cuando vio que el gigante dormía de nuevo,
volvió a golpearlo en la sien, clavándole el martillo hasta el mango. Skrymir se
despertó otra vez y, frotándose la cabeza se quejó de los “pajarillos que habían
hecho caer sobre él alguna ramita”.
Viendo a Thor creyó que ya era hora de levantarse. Skrymir tomó su bolsa
y continuó viaje, no sin antes recomendarles que si iban a la ciudad de Utgard
no se hicieran los bravucones, pues allí había hombres que los empequeñecían.
Pronto Thor y sus compañeros se toparon con una fortaleza tan alta que tuvieron
que doblar el cuello sobre la espalda para verla en toda su longitud. Una
verja les cerraba el paso y Thor no consiguió abrirla, pero era tan grande que
pudieron pasar entre los barrotes. Vieron una gran sala, y hacia allí se dirigieron.
En la sala había dos bancos en los que estaban sentados hombres enormes.
Se dirigieron al rey Utgard que tardó en mirarlos y lo hizo con una sonrisa burlona,
adivinando quién era Thor y retándolos a exponer sus mayores habilidades,
pues estaba seguro de que entre su gente habría quien los superara en todo.
Loki se adelantó y lanzó su desafío: nadie podría comer más rápido que
él. Llenaron dos artesas de carne y llamaron a un tal Logi. Loki comió la carne
tan rápido como pudo, pero en el mismo tiempo Logi devoró, además, los
huesos y la artesa.
Entonces Thjalfi, el criado de Thor, se ofreció para probar sus fuerzas
corriendo una carrera contra quien Utgard designara. Salieron a una pista, y
Utgard llamó a Hugi, uno de los suyos. Echaron a correr y Hugi iba tan adelantado
que dio la vuelta cuando Thjalfi aún no había salido.
—Ha visto hombres con pies más ligeros —se burló Utgard—. ¡Jueguen
nuevamente!
Y Thjalfi fue derrotado en la segunda carrera. Y en una tercera…
—¿En qué te sientes seguro como para competir? —desafió Utgard a
Thor.
—¡Nadie tiene más resistencia que yo bebiendo! —se envalentonó el dios.
Utgard ordenó que le trajeran un cuerno de bebida y le dijo:
—Pensamos que beber bien este cuerno es hacerlo de un solo trago, pero
hay algunos hombres que lo terminan en dos tragos, y no hay ninguno que sea
tan mal bebedor que no lo apure en tres...
Thor miró el cuerno y no le pareció muy grande, aunque sí algo largo.
Tenía mucha sed así que empezó a beber y dio un gran trago pensando que no
tendría que volver a empinar el cuerno. Pero cuando se quedó sin respiración,
dejó de beber y para su sorpresa ¡el nivel casi no había variado!
—Creía que el dios del trueno podría dar un trago mayor —dijo Utgard.
Sin decir nada, Thor volvió a empinar el cuerno y bebió hasta la congestión,
viendo que el extremo delgado no se empinaba todo lo que él hubiese
querido. Cuando miró el interior, descubrió que el nivel había descendido
menos que antes...
—No podrás decir que eres tan grande como dicen los hombres si no das
en otros juegos más que en este —se burló Utgard.
Thor se enfadó y bebió de nuevo tanto como pudo, pero volvió a comprobar
que el nivel del cuerno no había descendido prácticamente nada.
Como no podía beber más, entregó el cuerno. Utgard lo desafió entonces
a probarse en otros juegos y Thor, intrigado, aceptó. Utgard le ofreció que intentara
levantar del suelo a su gato, algo que hasta los niños de allí conseguían.
Era un gato grande y Thor le puso la mano en la tripa y tiró para arriba, pero
cuanto más subía la mano, más arqueaba el lomo el animal. Cuando Thor
llegó tan alto como pudo, todo lo que consiguió fue que el gato levantase una
de sus cuatro patas.
—Tal como suponía, Thor es demasiado pequeño comparado con nuestros
hombres —repetía Utgard a quienes estaban a su alrededor.
—¡Que venga alguien a luchar conmigo, si se atreve! —gritó Thor enfadado.
—Ninguno de mis hombres tiene la más mínima oportunidad contra ti.
¿Te animas a luchar contra Elli, mi vieja nodriza? Ella ha vencido a hombres
todavía más corpulentos que tú.
Thor aceptó, descreído de la fuerza de la mujer. Pero mientras luchaban
sucedió que cuanto más empeño ponía en derribarla, más firme permanecía
la anciana. La vieja comenzó a hacerle presas, y Thor no tardó en hincar la
rodilla. Entonces Utgard le pidió que cesara la lucha, y como ya oscurecía, dio
a Thor y a sus compañeros un sitio para retirarse y pasar la noche.
Al día siguiente, cuando se disponían a marchar, Utgard los acompañó
hasta fuera de la fortaleza.
—No espero que vuelvan nunca jamás por aquí. Soy Skrymir —confesó
el famoso y poderoso gigante—, y desde nuestro encuentro les he provocado
alucinaciones…
Así descubrieron que Thor había estado golpeando tres colinas en lugar
de la cabeza de Skrymir, quien hubiera muerto al primer golpe. Loki había
competido en realidad con el Fuego, que en segundos había quemado hasta
la artesa. Thjalfi se había enfrentado a Hugi, que era el Pensamiento, y no hay
nada más rápido que él. El cuerno del que había bebido Thor tenía un extremo
en el mar, y los sorbos del dios hicieron que se produjese un reflujo, dando
origen al movimiento de las mareas. Y al ver cómo el gato levantaba la pata
todos se asustaron, pues ese gato era la serpiente de Midgard, que rodea toda
la tierra como océano y que Thor levantó hasta el cielo. En cuanto a la pelea
contra la vieja Elli, ella era Tiempo encarnado, y ¿quién ha podido vencerlo?
Así Utgard había protegido su fortaleza con encantamientos para que nunca
más la encontraran ni tuvieran poder sobre su pueblo.
Cuando Thor oyó esta revelación, levantó iracundo el martillo dispuesto
a aplastar a Utgard y a toda su fortaleza, pero ya nada había ante sus ojos.
Mito escandinavo, versión de Pamela Archanco.
¡ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO!
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